domingo, 18 de mayo de 2014

Vista - Virginia en la Ciudad



Virginia lee en voz alta.
(lee sobre los temas de la calle:
 cosas que dicen los individuos
en los cafés de Nueva Córdoba
en alguna mesita en la cañada o de Fructuoso Rivera).

Observaba desde su piso once
el amontonamiento anaranjado.
El aire giraba, se lo escuchaba sobre las terrazas
empujaba las ventanas.

Ella Interrumpió su lectura
echó agua al jazmín del balcón,
a las verbenas, a la violeta de los Alpes.

Desde allí observaba Virginia
la silueta celeste de las sierras cordobesas.
A gusto regresó a su ejercicio individual.

A su lectura en voz alta. 

Ansias del Camino - Virginia en la Ciudad


En las calles de Córdoba
la belleza cumple con una pena.
Una pena de papel en blanco.
Una pena de pisada escondida.

Las calles que van a la catedral son pequeñas
y conviene caminar con altura o con desgano.

En esas calles camina Virginia.
Agita su figura pequeña.
Deshace sus pies cansados.

Oculta su mirada de los curiosos
ya que su rostro está invadido
pero se cuida de las trampas de la vereda.

En las calles de Córdoba, Virginia habló con un niño.
La destruyó su sonrisa.

A veces el silencio es trueno de incendio.

Virginia se detuvo.
Siempre hay alguien que mira

desde las esquinas. 

jueves, 1 de mayo de 2014

Amance - Virginia en la Ciudad

Amanece

El cielo se parece al cielo.
Desde el balcón del piso once,
o desde las calles muertas
de la incesante ciudad.

La suciedad es brutal.

Los rayos de luz iluminan el inacabable
combate de los árboles con el cemento.

Amanece en la plaza. Amanece en los comercios.
Amanece en el mercado.
Amanece con un sol de dos rostros.

Quizás huele a membrillo,
o a humedad.
Quizás la ciudad ablanda veredas,

y cobija a su gente.