miércoles, 29 de febrero de 2012

Fragmento del Capitulo II de El Camino a Venecia

Colegio Real de La Flèche, 1607

René despertó repentinamente de una pesadilla que lo había dejado aferrado al costado de su cama, completamente petrificado y con un sentimiento de ahogo indescriptible. El ahogo fue tan vívido que no llegó a esbozar un grito de espanto. Su hermano continuaba profundamente dormido. René tomó unos minutos para recomponerse, sosteniendo con ambas manos su estómago, intentando hacer una reconstrucción de lo ocurrido en su sueño. Había corrido mucho. Sentía el olor del bosque y el pisoteo de un animal que corría tras él. Estaba oscuro pero la luna iluminaba un sendero: su escape. El animal se acercaba cada vez más, con galope pesado rebuznando insistentemente. René corrió hasta llegar a un descampado donde visualizó una casa de madera. En la punta de la escalinata se encontraba él mismo, como esperándose llegar. Movilizado por el horroroso galope cada vez más cercano, corrió hacia la escalinata de la casa. Sus muslos ardían. El animal se detuvo: era la Yegua de la Noche. Al identificarla, René subió con todas sus fuerzas la escalinata hasta estar a unos metros de su otro yo, cuyos brazos y piernas estaban hechos de madera. Aquél, tenía la mano escondida y su rostro parecía una máscara. René intentó quitar esa máscara, quería saber qué había detrás del escondite facial. Pero antes de tocarla, su yo de madera descubre la mano que tenía escondida, con la que sostenía un cuchillo de papel. La Yegua de la Noche, inmediatamente se lanzó sobre la escalinata, al mismo tiempo que René sintió el corte en su cuello, ejercido desde atrás por su yo de madera, con la máscara aun puesta.

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